La ciencia detrás de las plantas medicinales

En más de una ocasión hemos creído que el conocimiento científico y aquel obtenido por las tradiciones ancestrales son opuestos, cuando la verdad es que hay muestras evidentes del cruce de ambas vías a lo largo del tiempo.

Las soluciones que se consiguen a partir de problemas cotidianos −como el surgimiento de enfermedades o afecciones− gracias a la sabiduría traspasada de generación en generación, también ha sido complementado con información nueva.

El uso de plantas medicinales es uno de los grandes ejemplos para esto, pues el humano ha dependido de ellas durante siglos para tratar un sinfín de problemas que van desde la cicatrización de una herida hasta malestares corporales o emocionales.

Y si bien en la antigüedad no se tenía un sustento científico respecto a la farmacología y de los beneficios del uso de distintas plantas, las personas que las utilizaban notaban un efecto positivo y una mejoría con el paso del tiempo.

Gracias a las herramientas tecnológicas actuales se ha mejorado el uso de gran parte de las plantas medicinales para optimizar sus propiedades y que estas puedan ser empleadas en terapias para combatir enfermedades.

Es necesario recalcar, además, que no solo lo positivo adquiere un rol protagónico a partir de estos estudios. Cosas como el efecto adverso que poseen algunas plantas cuando son consumidas como infusión, debido a la liberación de algunas toxinas por el exceso de tiempo que pasan las hierbas en el remojo, no las sabríamos de no ser por los avances actuales.

Como sabemos, nuestro país es una angosta y larga franja de tierra con una gran diversidad de flora y fauna. Dentro de las especies vegetales nativas hay muchas que destacan por su potencial farmacológico y medicinal, como el Bailahuén, el Boldo, el Cedrón, el Chilco y el Matico.

Estas plantas fueron utilizadas de manera paliativa durante siglos por los pueblos indígenas, permitiéndoles curar sus afecciones y mejorando la calidad de vida de la comunidad. En esta revisión, nos centraremos en las características medicinales y farmacológicas más importantes de estas 5 especies nativas.

Bailahuén (Haplopappus baylahuen)

Esta planta (flor, hojas y tallos) ha sido utilizada tradicionalmente por los mapuche en forma de infusión para tratar heridas cutáneas o para combatir malestares estomacales, adjudicándole una buena efectividad curativa.

En relación a los estudios actuales, hay reportes que respaldan el poder antioxidante de esta planta, tanto en su forma de aceite esencial como en infusiones, por lo que es útil para tratar diversas enfermedades relacionadas con el estrés oxidativo, como los accidentes cerebrovasculares o las enfermedades neurodegenerativas.

Asimismo, otros estudios respaldan su uso tradicional como hipotensivo para tratar la hipertensión, como antidiurético y útil para afecciones renales, y también para tratar heridas superficiales en la piel, ya que posee efecto antinflamatorio, además de poseer actividad antimicrobiana, lo cual también respalda su uso para tratar afecciones como la gripe.

Sin embargo, una de las propiedades más llamativas que se ha comprobado, es su efecto afrodisíaco, siendo una alternativa útil para tratar la disfunción eréctil, lo cual se comprobó al evaluar su efecto sobre tiras de músculo liso de cuerpo cavernoso de cobayo, donde se observó que el tratamiento con extracto de bailahuén era efectivo postulando que podría funcionar incluso mejor que el viagra.

Boldo (Peumus boldus)

De este árbol nativo y endémico de la zona central del país, se suelen realizar infusiones de sus hojas y también se utiliza en baños terapéuticos para aliviar dolores neurálgicos o reumáticos.

El boldo posee un compuesto químico, la boldina, que junto a los flavonoides, alcaloides y otras moléculas, generan acción antioxidante en conjunto, pudiéndose, por ejemplo, comprobar que los extractos de esta planta pueden ayudar a atenuar el desarrollo de diabetes en ratas con la enfermedad, o que también pueden proteger a los glóbulos rojos de la anemia falciforme.

Otro estudio interesante demuestra que un extracto de boldo utilizado en ratas y ratones logró generar protección en el hígado de estos, disminuyendo el daño oxidativo, además de estimular la secreción de bilis. Sumado a lo anterior, también se demostró que el extracto tiene efecto antiinflamatorio sobre aquellos ratones que presentaban inflamación aguda. Así mismo, una investigación semejante, en ratas con toxicidad hepática producto del consumo de paracetamol, obtuvo un resultado positivo empleando el extracto de boldo.

El aceite esencial de boldo mostró actividad antibacteriana contra algunas especies como Streptococcus pyogenes, Micrococcus sp., Sthaphylococcus aureus y Bacilus subtilis, además de tener efecto antifúngico contra especies del género Candida, al cual pertenece Candida albicans, hongo responsable de la mayoría de infecciones vaginales.

Sin embargo, hay que tener precaución con su consumo, ya que en algunos casos se han observado efectos neurotóxicos o fallas hepáticas por el consumo de estas hojas, por lo que se recomienda no consumir por periodos prolongados, ni en concentraciones muy elevadas, además de evitar su ingesta en embarazadas o menores de 10 años.

Cedrón (Aloysia citrodora)

También conocida como hierba Luisa o verbena olorosa, el cedrón es un arbusto del cual se aprovechan sus tallos y hojas para consumirlas en una infusión.

Uno de los usos más comunes que se le da a esta especie vegetal es para manejar problemas digestivos. Sobre este punto, se ha comprobado que esta es capaz de relajar el músculo liso del intestino, logrando disminuir las contracciones que generan el dolor estomacal. Sumado a esto, otros estudios confirman que un extracto de esta planta posee un efecto antidiarreico equivalente al de la loperamida, medicamento que tradicionalmente se utiliza con estos fines. Por otra parte, estudios en ratas demuestran una mejora significativa en la colitis y otros daños en el colon.

Respecto a su acción antibacteriana, en un análisis se observó que utilizando el aceite esencial de esta hierba se logró prevenir infecciones producidas por los patógenos Escherichia coli, Staphylococcus aureus y Pseudomonas aeruginosa.

Una investigación determinó que el aceite esencial de cedrón puede tener efecto neuroprotector al mostrar actividad antioxidante efectiva, captura de radicales libre y propiedades protectoras significativas frente a la neurotoxicidad inducida por peróxido de hidrógeno, lo cual podría significar que tiene un potencial uso para combatir enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer.

Chilco (Fuchsia magellanica)

Este arbusto está presente entre la Región de Coquimbo y la Región de Magallanes, aunque crece mayormente en el sur del país, cerca de los cursos de agua. Tradicionalmente se consumen las ramitas con hojas y flores, como decocción o en infusión.

Un completo estudio demostró que extractos de las hojas de este arbusto presentan actividad antimicrobiana contra Pseudomonas aeruginosa, Staphylococcus aureus, Bacillus subtilis y Streptococcus pyogenes. Además, posee una gran diversidad de compuestos que le otorgan una alta capacidad antioxidante y además es capaz de favorecer la migración celular, por lo que podría contribuir al proceso de cicatrización de heridas.

Así mismo, se ha reportado que el chilco posee efecto hipotensivo, por lo que esta hierba sirve como diurético, es decir, sirve para eliminar líquido del organismo por medio de la expulsión de orina.

Matico (Buddleja globosa)

El matico crece entre Santiago y la Patagonia y es una de las plantas más destacadas en cuanto a sus propiedades cicatrizantes, hecho que ha sido corroborado por numerosos estudios. Por ejemplo, en uno, se utilizó un extracto que mostró tener un fuerte efecto antioxidante y además incrementó el crecimiento de fibroblastos, lo que está directamente relacionado con la curación de heridas.

En otro estudio se demostró que el uso de estas hojas posee propiedades analgésicas y antiinflamatorias. Complementario al anterior, otro trabajo concluyó que el matico posee propiedades antioxidantes y antihemolíticas, pues es capaz de generar un efecto protector sobre los glóbulos rojos en bajas concentraciones. Lo anterior se demostró luego de someter glóbulos rojos a hipoclorito de cloro (o cloro comercial), un agente oxidante que causa daño en estas células.

Respecto a las propiedades analgésicas, una investigación confirmó sus usos analgésicos al realizar un experimento en ratas, donde incluso se logró superar el efecto del ibuprofeno en algunos experimentos. Un detalle interesante de este estudio es que notaron que el efecto variaba estacionalmente, observándose que aquellas hojas cosechadas en otoño tenían menor efecto que aquellas de otra estación.

Tal como hemos visto en esta pequeña revisión, muchas de las propiedades beneficiosas que se les confiere a las plantas medicinales, se han confirmado mediante experimentos de laboratorio, permitiendo de esta manera, sumar información nueva a lo que se ha reportado. Por esta razón, es que es importante que los avances en la biomedicina vayan de la mano de los conocimientos tradicionales que hemos heredado de nuestras culturas ancestrales.