Hongos alucinógenos, cultura y ciencia

El reino Fungi −o bien reino de los hongos− es asombroso e interesante. Estos organismos poseen un núcleo y estructuras filamentosas y ramificadas que están rodeadas por una pared celular compuesta de quitina, un polisacárido que le da forma y rigidez al hongo.

Además de su característica forma, sabemos que pueden colonizar y crecer rápidamente en distintos entornos, lo que favorece a que sea un alimento de fácil acceso para las personas.

Esto sucede porque los hongos tienen la capacidad de reproducirse mediante esporas (células móviles que el mismo hongo libera al ambiente), las que no necesitan fusionarse con otra célula para desarrollarse. De esta manera, se liberan en la naturaleza y se dispersan con el viento, lluvia o arrastre de escombros.

Setas para todos los gustos

Los hongos silvestres tienen un rol importante en nuestra alimentación y la medicina, pues su consumo posee varios beneficios en base a altas cantidades de antioxidantes, bajos niveles de colesterol o ser ricos en vitamina D. No obstante, cabe mencionar que varias de estas especies fúngicas poseen además sustancias psicoactivas que producen efectos de alucinación y disociación de la percepción.

En la naturaleza existen más de 200 especies de hongos con efectos psicoactivos y alucinógenos. Son tantas, que incluso podemos decir que forman parte de la historia humana y han sido consumidas por diferentes culturas de todo el mundo, como la Mesoamericana, Nórdica (como los Vikingos Berserkers), Africana y Latinoamericana.

Dependiendo de la latitud en que las ceremonias se realizaban, los hongos formaban parte del festín de rituales religiosos, pues se creía que de esta forma los humanos podían acercarse a los dioses.

Por lo mismo, en la antropología se postula que los inicios de la mitología primitiva tienen relación con el uso de este tipo de drogas, ya que poseen la capacidad de modificar la percepción de nuestro entorno y por lo tanto tienen una importancia crucial en la cosmovisión de muchas culturas.

La ciencia de los hongos

La psilocibina es la sustancia psicoactiva que contienen los hongos psicomágicos y se trata de un compuesto alcaloide que se encuentra en concentraciones variables en ellos. Cuando se ingiere hongos alucinógenos, la psilocibina reacciona químicamente y se transforma en psilocina, que presenta mucha similitud con la serotonina (Imagen 1).

Esta similitud hace posible que la psilocina se una a los receptores de serotonina en las neuronas piramidales, que se encuentran en la corteza cerebral y de las cuales se cree que están involucradas en la percepción del dolor y ansiedad.

Imagen 1.

Si bien existen hongos como la especie Amanita muscaria que sintetizan otras sustancias alucinógenas, de igual modo, todos tienen la capacidad de generar efectos de alucinación. Incluso se podría decir que los más jóvenes poseen una concentración más alta en alcaloides y un sabor más suave que aquellas setas más maduras.

Encuentro de dos mundos: la medicina y psilocibina

En la actualidad, la medicina ha publicado varios estudios relacionados con la dosis y el efecto que produce la psilocibina.

Se ha descrito que esta sustancia genera estados alterados de la conciencia cuando se administra por vía oral en concentraciones mayores a 2 mg (Imagen 2). El efecto es, por ende, directamente proporcional a la cantidad de gramos de hongos secos consumidos.

Sin embargo, no se ha podido establecer una dosis letal de psilocibina en humanos. En experimentos con ratas se determinó que la dosis letal media (LD-50) fue de 280mg/kg cuando se administró por vía intravenosa.

Imagen 2.

Todo en su justa medida

Dentro de los hongos más consumidos por la población se encuentran las especies Psilocybe Cubensis, Psilocybe Semilanceata y Amanita Muscaria.

Sin embargo, hay que considerar algo muy importante: las dosis y los efectos posteriores al consumo varían dependiendo de la altura y peso de cada persona. En general, los efectos alucinógenos duran entre cuatro y seis horas y las sensaciones más frecuentes son euforia, bienestar físico, alucinaciones sensoriales, percepción de realidad alterada (es decir, los sentidos capturan estímulos alterados como intensidad de colores y formas) y ansiedad.

Por lo mismo, tal y como señalamos en nuestra última infografía sobre el uso de drogas psicodélicas, este artículo es realizado con fines informativos y NO es una recomendación médica.