El legado de Maturana: Las bases biológicas del ser humano y el saber

Humberto Maturana fue un biólogo de profesión y filósofo de vocación. Nació en Chile el año 1928 y falleció el 6 de mayo de 2021. Fue un destacado pensador durante la segunda mitad del siglo XX e inicios del siglo XXI y sus investigaciones le otorgaron un Premio Nacional de Ciencias, dos doctorados honoris causa y múltiples reconocimientos nacionales e internacionales.

No podemos negar el impacto que su obra ha tenido en la ciencia y cómo se ha conectado con la sociedad.

Desde el concepto de autopoiesis, pasando por los elementos epistemológicos e incluso abordando temas de antropología social, este biólogo regaló al mundo el hermoso arte de la filosofía de las ciencias desde una mirada nunca antes vista. Nos recordó la subjetividad de las cosas y cómo eso se interconecta con el alma humana. En este artículo hablaremos de sus principales contribuciones.

El estudio del conocimiento

Un aspecto muy interesante de la obra de Humberto Maturana es su trabajo en epistemología (rama de la filosofía que estudia el conocimiento), ya que se ocupó de las grandes preguntas que hay en esta área y entregó respuestas originales y novedosas, haciendo uso de sus conocimientos sobre biología y cognición.

Aquí, su extensa investigación va desde el cuestionamiento a la objetividad, los dominios explicativos, los fundamentos neurofisiológicos y biopsicológicos del conocimiento, epistemología de las ciencias y la influencia de la emocionalidad en el proceso de conocer.

Maturana tenía una visión muy poco convencional -o más bien controversial- para su época sobre la objetividad. En 1966 publicó un libro titulado “La objetividad: un argumento para obligar” y allí estudia la objetividad desde cinco dominios: la ontología del explicar, la realidad, ontología del conocimiento, el fenómeno social y lo ético.

Para el autor, la explicación de lo real no es independiente del dominio del lenguaje del sujeto, y por lo tanto, queda subdeterminado por este y las intenciones comunicativas del sujeto como observador en la realidad.

Luego, desarrolla su epistemología a lo largo de su carrera en múltiples publicaciones y libros. Es así como su visión sobre este tema está mucho más acabada en uno de sus libros más importantes, “El árbol del conocimiento: las bases biológicas del entendimiento humano”, publicado por primera vez en 1984.

Allí fundamenta el conocimiento como una actividad biológica mediante un complejo entramado conceptual que va trabajando (Imagen 1). Maturana argumenta que todos los seres vivos son observadores, y como tales, conocedores de su ambiente, es decir, que el vivir es conocer en el ámbito de existir, aforísticamente: vivir es conocer.

Es así como, a diferencia de la epistemología o de la neurociencia más tradicional, extiende el conocer a todos los seres vivos como un proceso constante de interacción con y en el medio mientras se vive, y no solo a algunos animales que poseen sistemas nerviosos.

Imagen 1. Entramado teórico que se desarrolla a lo largo del libro “El árbol del conocimiento: las bases biológicas del entendimiento humano”. Extraído de la edición de la editorial Lumen.

La red de redes de los sistemas vivos

Tal vez hayas escuchado el concepto de autopoiesis en alguna parte. Y aunque parezca compleja es un término que se puede explicar por sí mismo.

Construido conceptualmente en conjunto con Francisco Varela, deriva del griego auto, “a sí mismo” y poiesis “creación, producción” y envuelve la cualidad intrínseca de un sistema vivo -o unidad viva- de ser autopoiético, es decir que está organizado como una red de procesos de producción (lo que incluye síntesis y destrucción) de componentes (véase la Imagen 2), de forma tal que estos componentes: a) se regeneran continuamente e integran la red de transformaciones que los produjo, b) constituyen el sistema como una unidad distinguible en su dominio de existencia. Ahora bien, ¿cómo se valida la autopoiesis? Con tres criterios que debe cumplir esta unidad:

1. Borde semipermeable.

2. Red de reacciones.

3. Interdependencia.

Siguiendo esta lógica, ¿crees que los virus puedan cumplir con el criterio autopoiético de la vida?

Imagen 2. Producción de relaciones de especificidad. Extraído del libro “De máquinas y seres vivos. Autopoiesis: la organización de lo vivo” de la edición de Editorial Universitaria.

La importancia de la antropología social

Si bien Maturana siempre enfocó desde un inicio sus investigaciones en entender al ser humano como un sujeto social, y cómo sus procesos biológicos influyen en sus aspectos psíquicos y sociales, también investigó más en el campo de la biología cultural en los últimos 20 años. Allí dio un vuelco importante en investigar estas temáticas en múltiples libros junto a Ximena Dávila, sus charlas magistrales y su trabajo en la fundación Matríztica.

Su concepción del humano era muy revolucionaria al reconocer los aspectos culturales en el nicho ecológico del ser humano. También consideraba que el humano basa su convivencia en el entendimiento mutuo. Pero en sus últimos años fue criticado por acercarse al pensamiento New Age.

A pesar de todo, el aporte de Humberto Maturana va mucho más allá de lo expuesto en este breve artículo, y sus alcances han sido relevantes y han marcado líneas de investigación en diversos campos que van desde la inteligencia artificial, la sociología, la cibernética, y por supuesto, la biología.

Su pensamiento humanista siempre optó por el entendimiento mutuo, la búsqueda del saber y un progreso social ecológicamente sustentable. El legado de este gran pensador no queda en su obra, sino en su mensaje humano que trascenderá más allá de sus 92 años de vida.