La primavera en las grandes ciudades no solo se percibe con el aumento de la temperatura. También podemos observar el florecimiento de algunas plantas, las cuales pueden estar en parques, cerros islas y jardines, entre otros lugares que albergan la poca flora que se encuentra en las urbes.
Sin embargo, este mismo fenómeno da comienzo a las temidas alergias a causa del polen, siendo uno de los más grandes enemigos de quienes las sufren el famoso Platanus orientalis o plátano oriental, pues esta especie es muy común de observar en barrios y plazas de muchas ciudades del país.
Considerando esto, es válido preguntarse: ¿por qué hay tantos plátanos orientales en las ciudades chilenas? Además, este árbol es una especie introducida, que no pertenece al paisaje natural de ningún sector de nuestro país, al igual que la mayoría de la flora urbana. ¿Por qué no tenemos más árboles nativos?
En el caso del plátano oriental, este proviene del sudeste de Europa y Asia Occidental. Se introdujo como árbol ornamental por su fácil adaptación para vivir en lugares con poca presencia de agua y crecen rápido, son longevos, resisten heladas, contaminación y vientos fuertes. Así que ya te puedes imaginar porqué es tan popular entre los paisajistas urbanos.
A grandes rasgos, las especies exóticas en nuestras ciudades datan de cuando comenzaron a ser arboladas. Fueron personas extranjeras quienes estuvieron a cargo del proceso en un inicio, por lo que se puede entender que trabajaron con sus conocimientos previos de árboles que sabían que se adaptarían al territorio, ya que comparten muchas de las características del plátano oriental.
Sin embargo, hoy en día se sabe que existen varias especies nativas, incluso endémicas, que pueden ser utilizadas para la ornamentación de paisajes urbanos, a pesar de que actualmente desde un documento institucional del Gobierno (P. 42) se prefiere el uso de plantas exóticas, justificándose en sus capacidades de adaptarse al entorno.
Dándole un enfoque práctico, las especies exóticas cumplen la función de forestar las ciudades de manera eficiente, siendo de fácil crecimiento y mantención. Entonces, ¿por qué habría que tener árboles nativos en nuestras calles si los exóticos pueden cumplir su tarea?.
La expansión de las ciudades trae por consecuencia una disminución de espacios que alberguen especies nativas, lo cual conlleva pérdida de la biodiversidad, sobre todo si no se tienen planes para preservarla. Esto lo demuestra en su columna el ingeniero forestal y agrónomo, Joaquín Acosta Köhler.
Los estudios arrojaron que, por Américo Vespucio, entre las avenidas Príncipe de Gales y El Salto, de 3732 especies vegetales, solo el 7% corresponde a especies nativas. Por otra parte, a lo largo de la Alameda y Av. Providencia, entre Av. Pajaritos y Av. Tobalaba, de los 7349 árboles, solo el 5% son nativos.
Los datos anteriores se suman a un estudio de la U. de Chile, donde se menciona que un 86% de los árboles en Santiago corresponden a especies introducidas.
La flora nativa no solo ayudaría en un intento de restauración ecológica, manteniendo la presencia de nuestras plantas. Además, nos permite una mejor educación ecológica, fomentando el contacto directo con especies nacionales. También se pueden evitar posibles problemas a futuro que no se consideraron en la época que se trajeron estas especies exóticas.
En este marco, Sergio Castro, Dr. en Ecología, comentó para El Mercurio lo siguiente: “Las proyecciones de cambio climático indican que la disponibilidad de agua para Chile será crítica, y dado que las especies exóticas proceden de regiones con climas diferentes al nuestro, requieren más agua para su sustento, lo que tendría un impacto en el uso de este recurso”.
Por estas razones es importante velar por una correcta planificación de los espacios verdes en las ciudades, teniendo como prioridad a las especies nativas por sobre las exóticas, también evitando que la única forma de ver un espino o una palma chilena -especies nativas de la zona- sea saliendo de la ciudad.